RAINER MARÍA RILKE. El Poeta que usó la tristeza como poder creativo

Rainer Maria Rilke fue el poeta que usó la tristeza como poder creativo. En sus versos nos enseñó a no vencernos ante las pérdidas, a ser curiosos, a hallar la luz en entre esa compleja arboleda de nuestro ser interno.

Sonetos a Orfeo

Rainer Maria Rilke (Praga, 1875-Montreux, 1926) ocupa el centro de la escena poética mundial durante la primera mitad del siglo XX al lado de tipos como Pessoa, Eliot, Cavafis o César Vallejo. Las propias palabras de Rilke –dirigidas a su traductor al polaco– hacen pensar que su escritura de poesía fue interrumpida durante diez años por una sequía total: “me extraña que los Sonetos a Orfeo, que son al menos igual de ‘difíciles’ y repletos de la misma esencia, no le sirvan de ayuda para comprender las Elegías. Estas fueron comenzadas en 1912 (en Duino) y continuadas (fragmentariamente) en España y París hasta 1914; la guerra interrumpió completamente este mi máximo trabajo cuando en 1922 (aquí) me atreví a emprenderlas de nuevo, llegaron las nueve Elegías y su complemento tempestuosamente impuesto, los Sonetos a Orfeo (…) Las Elegías y los Sonetos se apoyan mutuamente y sin cesar; y considero una gracia infinita el haber podido, con el mismo aliento, llenar estos dos velámenes; la pequeña vela color de herrumbre de los Sonetos y la gigantesca vela blanca de las Elegías”.
Dos equívocos: el primero, que Rilke no escribió nada en los diez años siguientes al comienzo de las Elegías, lo cual no es exacto. Dos, que los sonetos son un complemento de las Elegías, lo cual tampoco es exacto: ambos conjuntos son cumbres en la obra rilkeana.

Rilke llegó a admitir que “Los Sonetos a Orfeo (…) son para mí, personalmente, la más misteriosa de mis obras, por el modo en que surgieron y tomaron posesión de mí, al dictado, al más enigmático dictado que he padecido y cumplido”. Esto, además de las diferencias entre unas y otros, como lo señala el traductor y prologuista de los Sonetos, el poeta Juan Andrés García Román (Granada, 1979): “uno tiene la impresión de que, en efecto, [los Sonetos] poseen más unidad que las Elegías, lo cual puede deberse propiamente a su forma. La elegía, por su tono hímnico, un poco al modo de los Cantos de Leopardi o Ezra Pound, es expansiva, sin rima; un soneto, en cambio, es escueto y a menudo recopila en sus últimos versos los motivos que ha desarrollado, otorgándole un devenir conclusivo”.

Y añade más adelante que “también la forma poética contribuye a un Orfeo proteico, polivalente. Es característica de estos versos una lengua mágica, casi sin verbos, pura invocación o apelación. En ese sentido, los Sonetos sí que se distancian de las Elegías. Volvamos a la arquitectura: la catedral de la elegía necesita los pilares de los verbos, ciertas acciones, la interacción de un yo lírico; el soneto, en cambio, puede permitirse, por su brevedad, otorgar autonomía a un sustantivo en ebullición. Se transforma así el poema en la enunciación de un sortilegio”. Por lo que concluye que “en resumidas cuentas, los Sonetos, al contrario de las Elegías, no avanzan, se acendran, se adentran”.

En frente de otras traducciones de los Sonetos a Orfeo realizadas por españoles (“Eustaquio Barjau, José María Valverde, Federico Bermúdez-Cañete, Jesús Munárriz, Carlos Barral, Otto Dörr”), García Román establece diferencias: “esta edición persigue un entendimiento de los textos ‘desde dentro’. Es decir, se ha buscado evitar el hermetismo, clarificar y naturalizar para que, de hecho, no haya que salir en busca de comprensión”. Y sobre el contenido de este conjunto se pregunta: “¿qué tenemos? Algunos poemas hablan de la música, otros de los jardines, el dinero, de las máquinas, de un caballo, casi todos hablan de la muerte… (…). La fruta, sí, ahora más que la flor, porque la fruta es el símbolo encarnado, sacrificado, tomado en su propia caducidad y camino de la muerte”.

No pude juzgar esta traducción con relación a su fidelidad con el original. Ni creo que la literalidad sea el único criterio para tomar en cuenta. Lo principal, y lo más difícil, es que el lector en español esté, efectivamente, leyendo un poema, un buen poema, no solamente –en automático– un texto fiel al buen poema escrito en otra lengua. Y ese es el excepcional logro de la traducción de los Sonetos a Orfeo de Juan Andrés García Román: leo unos magníficos poemas en español, leo una muy lograda emoción poética, me involucra en el espíritu rilkeano, más allá del idioma original en que Rilke manifestó ese espíritu.

Un dios puede, pero un hombre, ¿podría
seguir el paso de esa angosta lira?
Su espíritu es dilema. Y donde dos caminos
de un corazón se cruzan, no quiere Apolo un templo.

El canto que tú enseñas no es deseo
ni es el logro de lo solicitado.
El canto es ser. Es fácil para un dios.
Pero nosotros, di, ¿seremos?, cuando

él girará al ser nuestro la tierra y las estrellas?
No es esto amor, muchacho, aunque la voz
te abra la boca. Tú aprende a olvidar

que cantaste. Esto se acabará.
Y cantar de verdad es otro aliento.
Un aliento por nada. Un soplo de Dios. Un viento.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
Sólo alabando encuentra su verdadero espacio
la queja, que es la ninfa
de la fuente llorada, la que vela
para que sea claro nuestro surtidor,

la que lava la roca que sostiene los atrios,
los altares. Sabed la sensación
que en sus hombros clarea: ella es de las hermanas
del alma la menos. La nostalgia confiesa,

la alegría ya sabe. Solamente la queja
continúa aprendiendo, con manos de muchacha
cuenta noches enteras la pena originaria,

y de pronto, aun inhábil y torcida, levanta
en nuestra voz una constelación
al cielo, que jamás su vaho empaña.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
Manzana plena, plátano, grosella
y pera… Cada una habla la muerte
y la vida en la boca. Se presiente
en el rostro de un niño, cuando las saborea.

Esto viene de lejos. ¿No se hizo
inefable en la boca lentamente?
La que fuera palabras y ahora hallazgos
libera, pulpa y zumo sorprendido.

Atrévete a decir lo que llamas manzana.
Este dulzor primero que se adensa
para hacerse, una vez incorporado

al sabor, claro, vivo y transparente,
solar, ambiguo, a tierra y a presente:
¡oh experiencia, sentidos, dicha inmensa!
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
Nuestras hermanas –fruta, hoja de vid y flor–
no hablan sólo la lengua consabida del año.
Se alza de las tinieblas un pregón de color
¿y no va ella envuelta, cual barniz, la mirada

celosa de los muertos, los que nutren la tierra?
¿Conocemos su parte en todo esto?
Hace siglos que mezclan –es su modo– y que sellan
la arcilla nuestra con su libre médula.

Ahora preguntémonos: ¿lo hacen con agrado?
¿Pulsa este fruto prieto, obra de hoscos esclavos,
arriba hacia nosotros, legítimos señores?

¿O ellos son los señores que duermen en raíces
y que con su excedente nos obsequian
este híbrido de muda robustez y de besos?
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
Espera…, ese sabor…, y escapa, escapa…
un taconeo, zumbón, y ráfaga de música:
muchachas, las ardientes, muchachas, las calladas,
¿bailaréis el sabor del bocado de fruta?

¿Bailaréis la naranja? ¿Quién podría olvidarla?,
la que dentro se ahoga como en lucha
con su propia dulzura. La supisteis
y ahora es deliciosa a través de vosotras.

¿Bailaréis la naranja? Arrancaos la madura
solana del paisaje y que así brille
en los aires natales. ¡Revelad una fragua

de aroma tras aroma! ¡Besad en parentesco
la recatada monda y ese zumo contento
que la sacia y la colma!
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
Puede el mundo cambiar
como las nubes cambian,
pero lo que es perfecto
mana a su Fuente.
Sobre tanta mudanza,
más libre y ancha siempre,
solo dura, oh cantor,
no nacida, tu aria.

No se entendió el dolor,
ni se aprendió el amor,
y la que nos separa,

la muerte, está velada.
Tenemos una santa solamente
y un gozo: la canción.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
La primavera ha vuelto.
La tierra es una niña que se sabe poemas.
Muchos poemas… Y por los desvelos
del largo estudio le dan hoy su premio.

Fue severo el maestro. ¿Lo recordáis? Perfecto
el blanco de su barba: ¿qué significa verde?,
¿quién me puede decir?, ¿qué es el azul?
Y ella responde, ella, ella sí puede.

Tierra que estás de vacaciones, juega
con los niños, tú juega al pillapilla, tierra,
tierra feliz: te atrapa el que se alegra.

Y el maestro, qué bueno y cuánto te ha enseñado,
cuánto se ha grabado en raíces y en largos
y difíciles troncos: canta que canta ella.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
A ti voy a nombrarte, a ti a quien conocí
como a una flor de la que no sé el nombre;
hermosa, arrebatada, quiero hablarles de ti,
compañera de juegos, de tu grito invisible.

De pronto, bailarina, tu cuerpo detuviste
en vilo, así fraguaste tu juventud en bronce.
Triste y alerta. Entonces de las recias alturas
te cayó al corazón, ya transformado, música.

La enfermedad rondaba y pronto sangre oscura
ensombreció tus venas, pero, como sospecha
pasajera, aclaró, volvió a su primavera:

Detuvieron su curso la sombra y la caída
y aún brillaste, terrena. Hasta que un día
la sangre hundió la puerta, ya sin consuelo abierta.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
¡Invisible poema, respirar!
Intercambio continuo del ser propio
con el espacio cósmico, equilibrio
en el que soy mi rítmico

Y mismo acontecer, una cola cuyo mar
paulatino soy yo, el más contenido
de los mares. Ganar,
ganar espacio;

Cuántos de estos espacios
estaban en mi entraña.
Soy el padre de algunos de estos vientos.

¿Me reconoces, aire, preñado de lugares
de ayer? Suave corteza en otro tiempo,
y hoja de todas mis palabras.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

**
Entronizada rosa que para los antiguos
eres un cáliz de borde sencillo,
eres para nosotros la infinita
flor más plena, el objeto inagotable.

Tu opulencia, ropaje más ropaje,
viste un cuerpo de nada, excepto brillo,
en cambio, el solo pétalo lo evita
y se niega a vestirse tu vestido.

De repente tu fama está en el aire:
nos reclama hace siglos
con sus nombres más dulces.

Nosotros tanteamos, no sabemos decirlo…
Y un querido recuerdo cruza esquivo,
penetra en el perfume.
ooooooooooooooooooooRAINER MARÍA RILKE

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