Por: Jorge Nain Ruiz Ditta.
Las musas son las diosas inspiradoras de la música, es decir, son la fuente de inspiración de los autores y compositores, son las razones y motivos por los cuales se hacen las canciones; las mujeres y su belleza han sido históricamente la principal musa para componer, mas no la única; en nuestra música vallenata las musas son muchas: la naturaleza, las anécdotas, las historias, el acontecer diario, los amigos, pero especialmente la hermosura de las mujeres y todo lo que con ellas acontece, como amores y desamores; son la fuente inagotable del pentagrama vallenato.
Pero, como lógicamente las mujeres también se inspiran, nosotros los hombres debemos ser musas de ellas y no en pocas ocasiones nos han cantado hermosos versos; sin embargo, a riesgo de ser tildado de machista es una verdad de Perogrullo que la proporción es inmensamente mayor de hombres compositores frente a mujeres.
Todos nos hemos preguntado alguna vez, por qué un compositor es en alguna época de su vida mucho más pródigo para componer que en otras y en muchos casos hay compositores que no vuelven a componer ni una solo canción durante el resto de su vida; a otros les merma ostensiblemente su calidad en determinadas épocas y en otras vuelven por sus fueros, en fin, la musa al parecer no es eterna.
A nuestro mito viviente Rafael Escalona Martínez se le sindica de habérsele acabado muy temprano la musa; otros brillantes compositores como Calixto Ochoa, Leandro Díaz, Adolfo Pacheco, Gustavo Gutiérrez Cabello, por solo mencionar unos pocos, reconocen que no siempre han estado en un alto nivel de producción y que al parecer muchos factores internos y externos influyen en el asunto, los cuales abordaré desde mi propia percepción.
Estoy totalmente convencido de que el bullicio de la ciudad, el ‘stres’ que ella produce, los adelantos tecnológicos y en general la vida cosmopolita son factores negativos en la inspiración y, por el contrario, el campo, la naturaleza, la soledad, el sosiego, y en general la tranquilidad son ideales para hacer canciones hermosas.
Como dije al iniciar este artículo, las mujeres y su belleza son el primerísimo factor de inspiración, y la conquista de ellas ocupa un lugar preponderante entre las musas; luego, a medida que el hombre avanza en su edad y sus principales preocupaciones son otras, se aleja de la más grande fuente y no porque no le sigan gustando las mujeres, sino porque se resigna a su suerte de un conquistador en el ocaso; contrario sensu, la juventud y el enamoramiento son buenos estados para un mayor nivel de inspiración.
Un matrimonio estable y feliz pueden ser fuente inspiradora para hacer unas cuantas canciones, pero no creo que muchas; porque se pierde un gran ingrediente que es el despecho, la tusa o el guayabo, cuya fuerza y determinación es igual o quizás mayor a la del enamoramiento como fuente inspiradora.
Por experiencia propia considero que convivir con una mujer celosa puede ser un factor decisivo en alejar la musa, pues a ellas siempre les parece que cuando uno hace una canción no se la compone a ellas, sino a la vecina o a la compañera de trabajo, y por ahí viene un problemita seguro, que uno prefiere evitar absteniéndose de dar rienda suelta a la imaginación.
A mi juicio, factores decisivos para mantener viva la musa, son la alegría espiritual y la juventud mental; el mal humor que producen los problemas económicos y sociales, no son buenos aliado para lograr hacer una hermosa canción.
Un compositor es un poeta y un poeta es un soñador, un loco, un romántico, un apasionado a todo, pero especialmente apasionado al amor; por eso si se va el amor se va la musa y si se va la musa se van las letras, la música y, por supuesto, las canciones.
Compositores vallenatos de esta generación como Romualdo Brito, José «Chiche» Maestre, Omar Geles, Fabián Corrales, por solo mencionar algunos, han tenido unos buenos años con las musas intactas y ojalá les dure, porque los necesitamos.
