Hoy hace seis meses partió Jorge Oñate, a un lugar donde un sueño profundo le pone fin a la vida. Allí no hay envidia, malos comentarios, odios, rencores, es el único momento en donde somos iguales y la vanidad pierde su protagonismo.
En ese tránsito, mi amigo, hermano y compadre Jorge Oñate ha sido recibido por Dios, quien lo acogió en un coro celestial y le dio el perdón y la paz eterna que merece.
Acá en la tierra, disfrutamos de su excelsa obra musical, que sirve de hoja de ruta para quienes se inician en el canto vallenato.
Su presencia en nuestra música, refundó el canto vallenato, cuya estilística con visos de verdadero tenor, sacó de los patios de su tierra natal y lo elevó a los grandes salones, para constituirse en un paradigma cantoril.
Quienes lo vimos crecer, sabemos que su aporte consolidó, la construcción del gran edificio de la música vallenata. Tuvo la ventaja siempre, que su canto lucía igual, en los lugares populares llenos de parrandas al aire libre como en las grabaciones. La altura que le dio al canto vallenato, le permitió construir una tarea insuperable. Es por eso, «que cuando Jorge Oñate canta, debe ser escuchado con la mayor reverencia y respeto que él se ganó, por su lucha denodada en defensa de su única pasión, que lo llevó a vivir solo para su música vallenata «-Fercahino
♦♦♦