«La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio»: Víctor Hugo.
Por: Ramiro Elías Álvarez Mercado
La música es uno de los medios fundamentales que el hombre tiene para expresar sus sentimientos y su estado de ánimo, representar alguna situación concreta o, sin más, para recrearse en la belleza de la propia música.
Soy de los que piensa que ser músico es todo un privilegio, es una dicha, porque es algo tan apasionante como hacer lo que a uno le gusta basado en su talento y capacidad, para alegrar los corazones y sacarle sonrisas a la humanidad; es decir, la música es como un bálsamo que nos ayuda a sobrellevar los momentos difíciles.
Uno de esas personas que vinieron al mundo para sacarnos sonrisas con su arte es el maestro Rodrigo Rafael Rodríguez Lora, quien le abrió los ojos a este mundo terrenal el miércoles 19 de septiembre del año 1951 en un caluroso y radiante día en San Jacinto (Bolivar) en el hogar conformado por el señor José Cerveleón Rodríguez Sehuanes y la señora Luisa Isabel Lora Ortega, siendo el menor de seis hermanos.

Su padre, un campesino que labraba la tierra de donde obtenía los frutos para el sustento de su familia. Su parcela era una despensa cultivada de ahuyama, ñame, yuca, plátano, tomate, pepino, melón, patilla, productos que hacen parte de la gastronomía de la región sabanera del Caribe colombiano; también se dedicó a la caza de animales silvestres que era una actividad muy común en esos tiempos en ese territorio: conejos, venados, armadillos, guartinajas, lo que conocemos como «comida de monte», hicieron las delicias de su mesa, motivo por el cual nunca faltaron los alimentos en su casa.
Su madre, una artesana tejedora de hamacas de esas que son unas verdaderas artistas y que con su arte nos conecta con nuestros sentimientos y pensamientos más profundos, a quien por su destreza y profesionalismo le llamaban «La Reina de La Hilaza».
Haber nacido en San Jacinto, un pueblo anclado en el corazón de los Montes de María, lugar este que le sirvió para nutrirse con la frescura bucólica de estos bellísimos paisajes, sumado a que es un pueblo puramente musical, donde sólo el pensar es una fiesta que transpira alegría y folclor en cada uno de sus habitantes, fue fundamental para que se despertaran en Rodrigo Rodríguez una gran pasión por la música.
Su vena artística es heredada de parte de ambas familias: la paterna y la materna. Su progenitora era tía de Eduardo Lora, ese famoso personaje que fue guacharaquero y cantate, quien quedó inmortalizado por el maestro Andrés Landero en su clásico canto elegiaco titulado ‘La Muerte de Eduardo Lora’. El apellido Lora es muy reconocido por lo musical en su tierra en donde podemos identificar a Eduardo y Juan Carlos: ‘Los Hermanos Lora’; Néstor Lora, acordeonista; un homónimo de Eduardo Lora, también acordeonista; ‘El Mono’ Lora, compositor y decimero; es decir, los Lora son una dinastía musical muy representativa en esa tierra.
Su padre, quien era oriundo del Carmen de Bolívar era un cantante de zafra y decimero. La «Zafra Mortuoria» o «Cantos de la Muerte» pertenecen a los cantos empleados por comunidades negras que llegaron a América en tiempos de la colonización española, esa costumbre ancestral-cultural se quedó radicada en algunos pueblos de la Costa Atlántica colombiana. eran cantos recitados por una o varias voces en los entierros que servían para evocar los recuerdos del que murió.
Se podría decir que el Maestro Rodrigo estaba predestinado para la música, porque a parte de su herencia, su terruño es una fuente inagotable de artistas como: Miguel Antonio «Toño» Fernández Vásquez «El Gaitero Mayor», Adolfo Rafael Pacheco Anillo, Andrés Gregorio Guerra Landero, Luis Ramón «Monche» Vargas Tapia, Los Gaiteros de San Jacinto y una estela de talentos que han dejado en alto el nombre no solo de la región sino del país.
Su inquietud musical le empezó desde que era un infante, esos sonidos de tambor y gaita con los que abrió los ojos siempre retumbaban en su mente.
Pero como en la vida no siempre todo es color de rosa y alegría, a la edad de cinco años tiene una tristeza que lo marcaría para siempre y es el fallecimiento prematuro e inesperado de su papá, de ahí que la economía familiar empezó a depender únicamente de su madre, quien con mucho esfuerzo, trabajo y ahínco se dedicó a terminar la crianza de sus hijos, a quienes siempre les inculcó, la responsabilidad, el amor y sanas costumbres. Esa ardua tarea que se convirtió en sacarlo adelante a él y a sus cinco hermanos limitó mucho sus recursos económicos y por ende, le fue muy difícil en esa etapa cumplir el sueño de su hijo menor: el regalo soñado que era un acordeón, pero esto no fue un impedimento para que el siguiera su sueño de ser músico, razón por la cual se deleitaba con una violina que le regaló su padrino Rafael «Rafita» Lora para uno de sus cumpleaños: diminuto instrumento al que comenzó a sacarle melodías que estaban de moda para la época.
La afición y amor por la música de este naciente e inquieto artista llegó hasta tal punto que no sólo se inclinaba por aprender a ejecutar un instrumento, sino que comenzó a fabricarlos de manera artesanal, tan es así que aprendió a elaborar maracas y güiros con totumos, guacharacas con el tallo de la mata de corozo (mata e’lata), tambor de madera de banco con cuñas, cabuya y cuero de chivo, al igual que flautas con el tallo de las hojas de la papaya; era tan hábil en ese arte que a sus instrumentos les extraía bellísimas y celestiales melodías.
Ya entrada su adolescencia se convirtió en un eximio intérprete de tambor, caja, guacharaca, güiro, tumbadora y violina, instrumentos que acompañaba con su voz, donde ya empezaba a componer sus propias melodías y canciones .
Pero como dice el viejo y sabio adagio «el tiempo de Dios es perfecto» por esa razón no hay que precipitarse y Rodríguez Lora supo tener la paciencia necesaria y al igual que el maestro Alejandro Durán Díaz tuvo su primer contacto con el instrumento arrugado en la mayoría de edad, fruto del esfuerzo hecho por su madre Doña Luisa Isabel que le regala un acordeón de dos teclados, que estaba bastante averiado, pero que no fue un impedimento para que este músico empírico pudiera sacarle bellas melodías.
Inicialmente comenzó a ensayar con dos canciones muy escuchadas, porque eran éxitos rotundos en toda la región en el año 1969; esos temas musicales eran «Así soy yo» coautoría de Rafael Zuleta y Julián García en la voz y acordeón del maestro Aniceto Molina conocido popularmente como «el tigre sabanero» y «Los sabanales» del maestro Calixto Antonio Ochoa Campo, canciones que el aprendiz de acordeonista escuchó por primera vez en un circo que llegó a su pueblo y que por coincidencias de la vida armó su carpa en una plazoleta a una cuadra de su humilde morada; esos éxitos musicales hicieron parte fundamental en su aprendizaje como intérprete del acordeón.
Luego de un año de mucha dedicación y estudio de su instrumento bendito tiene un acercamiento con el maestro Ramón Vargas, conocido como «El Compadre Ramón» bautizado así por el maestro Adolfo Pacheco Anillo, a quien le propone entregar su acordeón de dos teclados en parte de pago por otro de tres, a lo que el «Compadre Ramón» accedió, pero con la condición de que se quedara trabajando con él como ayudante de su taller de reparación de acordeones, labor que le sirvió de mucho en razón a que así aprendió mucho más sobre los secretos del instrumento, no sólo en la parte melódica y musical sino también en la parte interna, como repararlos y hacerles los respectivos mantenimientos que a la postre lo convirtieron en un «Técnico de acordeones» labor que ha ejercido paralelamente con la musical.
Su ascenso artístico continúa y empieza a darse a conocer en la región, siguiendo los pasos de sus grandes maestros y paisanos en este difícil y competido mundo musical como Andrés Landero quien era su ídolo, el cual se convirtió en su mentor y fue así que en abril del año 1975 lo llevó y recomendó en sello discográfico «Disco Tropical» y realiza su primera grabación: un sencillo que tenía dos temas, un paseo de su autoría titulado «Mi recompensa» y un merengue de Praxíteles Agamenón Rodríguez Martínez titulado «A mi madre» que al ser lanzado a finales de abril y próximo al mes de mayo, donde se celebra el día de la madre, la canción empezó a sonar con mucha fuerza en Radio Libertad y Emisoras Unidas y eso le sirvió para que le completaran el LP y le firmaran un contrato de exclusividad con «Disco Tropical».
El músico percusionista paisa Humberto Pavón, quien hizo parte de la mítica agrupación «Los Corraleros de Majagual» y luego se radica en México donde funda su propia agrupación llamada «Grupo Cañaveral», le dice que su nombre Rodrigo Rodríguez se escuchaba muy enredado y que parecía un trabalenguas y es cuando decide bautizarlo con el nombre artístico de «Roy Rodriguez», este apelativo caló muy bien entre sus seguidores y los contratos para presentaciones no se hicieron esperar; en 1977 graba dos cumbias tituladas «Cumbia cartagenera» y «La negra cumbiambera» que sin saberlo empezaron a escucharse en tierras mexicanas.
Roy continúa alternando su carrera artística con la de técnico de acordeones y en el año 1979 donde coincide en una parranda con su amigo y colega musical Gilberto Torres al saber de sus habilidades arreglando el instrumento arrugado le recomienda que intente abrir un taller, en la Perla de la Sabana, la ciudad de Sincelejo, ya que los hermanos Molina: Aniceto, Anastasio y William, quienes ejercían esa profesión se habían radicado en México.
El maestro Gilberto le brindó hospedaje mientras se ubicaba y se diera a conocer, entonces mediante una propaganda publicitaria en la emisora Radio Sincelejo por medio de un programa que se llamaba «Canto Sabanero», cuña que comenzó a escucharse un viernes, y el lunes siguiente ya tenía cinco acordeones para arreglar. El trabajo comenzó a dar su frutos lo que lo motivó a trasladarse al mes con su esposa y sus dos pequeñas hijas que tenían en esa época. Allí arrendó un apartamento en el barrio San Vicente en donde perfeccionó este arte que aún hoy en día sigue ejerciendo.

Su nueva profesión continúa pero sin dejar de lado su pasión por el arte musical y ese mismo año le sale una propuesta para acompañar al maestro Andrés Landero a México a un evento que se conoció como «Primer Festival Internacional de la cumbia», ese acontecimiento inaugural quería contar con la presencia de Landero quien era reconocido en esa tierra como «El Rey de la cumbia»: un ícono que se paseó por distintos escenarios del país azteca. La delegación colombiana iba integrada por una estela de músicos exitosos: Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital, Miguel Ignacio Núñez Paredes «Nacho Paredes», Policarpo Calle y Luis Carlos «Lucho» Campillo Hernández; por Venezuela, José Rodríguez y su Combo Latino y Tulio Enrique León, al igual que representantes de Argentina, Paraguay y Perú.
Una gira que se alargó por tres meses debido a las ofertas para contratos que le llovieron. Fue tanta su aceptación en tierras mexicanas que ese mismo año grabó en ese país un trabajo discográfico titulado «Roy Rodriguez y Sus Éxitos de Oro» canciones que hoy en día siguen siendo muy escuchadas y se convirtieron en clásicos, pero en especial una cumbia titulada «Virgen de Guadalupe» la cual se convirtió en un himno dada la devoción y veneración que sienten por ella; tiene muchas versiones entre música popular y grupera como comúnmente se conoce entre «los manitos». Esta es una de las razones por la cual el maestro Roy Rodríguez es invitado casi todos los años a México, donde también ha sido homenajeado en Monterrey en el Festival Internacional Vallenato de Santa Lucía y El Festival Vallenato de Nuevo León, donde además de música vallenata se interpreta cumbia, porro y música popular. Este juglar y músico completo, que además de cantar, componer e interpretar varios instrumentos, técnico de acordeones también es director y productor musical dueño de su propio sello discográfico «Producciones Damar» con el que grabó el trabajo discográfico titulado «Juan Piña le canta a San Jacinto con el acordeón de Roy Rodríguez» con el cual obtuvo un Grammy Latino a mejor álbum en la categoría Cumbia/Vallenato en noviembre de 2012, disco en el cual además de acordeonista, participó como compositor, productor fonográfico y productor general.
En su amplio trasegar por los caminos de la música tiene más de 78 producciones musicales en Colombia y México, ha grabado en distintos sellos discográficos tales como: Codiscos, Sonolux, CBS hoy conocida como Sony Music, Tropical, Fuentes y INS (Industria Nacional del Sonido) en diferentes géneros y ritmos: vallenato, porro, tropical, pero sobre todo de cumbia, por lo que fue bautizado como «El Cumbiambero de América», quien con mucho respeto y profesionalismo siguió los pasos de su gran maestro Andrés Gregorio Landero.
Ha grabado al lado de cantantes como Álvaro Carrasco, el maestro Julio Fontalvo Caro con una agrupación llamada «Los auténticos de mi pueblo» de donde se desprendió el porro cantado y tocado por él titulado «El Balay» que fue todo un suceso musical en Colombia, hizo otras grabaciones al lado de Miguel Cabrera, Adolfo Pacheco.
En el año 1994 se radica en la Fantástica ciudad de Cartagena y se consolida de lleno en otra de sus facetas la de productor musical y le realiza trabajos discográficos a Manuel «Mañe» Bustillo, Lizardo Bustillo, Otto Serge, Oswaldo Olivera, Boris García, Rasta y también participó en una grabación con Carlos Vives y Totó la Momposina.
Como técnico de acordeones acompañó por más de 27 años a artistas como: Alfredo Gutiérrez, Lisandro Meza, Otto Serge y Rafael Ricardo, Los Betos del vallenato, Emiliano Zuleta, labor que se vio obligado a suspender por quebrantos de salud relacionados con la columna, que por recomendaciones médicas le exigían más reposo.
Tuvo un paso relativamente fugaz en los festivales, pero donde también dejó plasmada su huella como gran intérprete del acordeón, al salir vencedor en dos ocasiones en el Festival Bolivarense del Acordeón en Arjona años 1976 y 1977 , en la ciudad de Sincelejo ganó en 1976 en la categoría semiprofesional y en 1982 se alzó con la corona en profesional. Hace algunos años fundó la agrupación «Acorbanda de Colombia» con la participación del cantante Oswaldo Olivera, en un formato donde fusiona bandas pelayeras con acordeón en la que remplaza algunos instrumentos de dicha banda por el acordeón y le mete bombardino, trombón, clarinete, platillos, de las cuales lleva seis producciones que han tenido mucha acogida.
Al lado del cantante Manuel «Mañe» Bustillo ha realizado tres álbumes de colección donde además de acordeonista es productor titulado «Entre El Valle y La Sabana» haciendo un homenaje de fraternidad, para estrechar los lazos de hermandad y unir los pueblos de la región vallenata y sabanera donde rescata clásicos de maestros en la composición de ambas regiones.
Actualmente está produciendo dos trabajos discográficos para los artistas mexicanos radicados en EEUU Francisco Ledesma y Aracely González Rodríguez conocida artísticamente como «Alfa Celys», Roy Rodríguez este año está participando nuevamente en los premios Grammy Latino en dos categorías:
En la de cumbia vallenato, con el Álbum «El Cumbiambero de América Roy Rodriguez, La Madre Cumbia Con Su Invitada Alfa Celys»
En la tradicional y folclórica, con un álbum de Gaita del maestro y médico de San Juan de Nepomuceno Nando Coba Barrios.
La versatilidad musical de Roy ha traspasado las fronteras y su talento ha sido más valorado en el exterior que en su propia tierra, próximamente se estrenará una película húngara en homenaje a nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez que lleva por título «La Parranda» donde la banda sonora será una canción del Cumbiambero de América titulada «Con un acordeón en el alma».
El músico genial alemán Ludwig Van Beethoven dijo: «La música es la mediadora entre el mundo espiritual y de los sentidos». Concepto que fue muy bien interpretado por este ícono de la música del Caribe colombiano.
Con más de 45 años de vida artística cuyo talento está demostrado en sus distintas facetas musicales.
Hoy con casi 70 años de edad vive en «El Corralito de piedra», la ciudad de Cartagena, al lado de su esposa Marlen Beltrán Yepes, su fiel compañera y musa inspiradora de algunos de sus cantos, quien ha sido su bastón y apoyo incondicional, rodeado del cariño y el amor de sus seis hijos y diez nietos, pero sin dejar de hacer lo que más le gusta en la vida «Música».
Cumbia Cartagenera – Roy Rodríguez y su Conjunto
Los Sabaneros del Sucre La Negra Cumbiambera
VIRGEN DE GUADALUPE = ((EXCLUSIVO)) – ROY RODRIGUEZ «El Cumbiambero De America»
Roy Rodríguez y su Acorbanda de Colombia IMÁGENES
Mi Acordeon Ribereño….Manuel Mañe Bustillo y Rodrigo Rodriguez
Penita–Manuel Mañe Bustillo y Rodrigo Rodriguez–Autor:Leandro Diaz

CONTACTO
royrodriguez10@hotmail.com
+57 300 4711778
BLOG DEL AUTOR: Ramiro Elías Álvarez Mercado
Completísima Crónica Biográfica del Maestro Roy Rodríguez, tremenda carrera musical en todos los ámbitos, además un gran reconocimiento plasmado para la posteridad en estos medios tecnológicos que permiten difundir como nunca nuestro Folklore.
Por otro lado coincido con el cronista Vallenato Ramiro Álvarez cuando dice:
» Soy de los que piensa que ser músico es todo un privilegio, es una dicha, porque es algo tan apasionante como hacer lo que a uno le gusta basado en su talento y capacidad, para alegrar los corazones y sacarle sonrisas a la humanidad; es decir, la música es como un bálsamo que nos ayuda a sobrellevar los momentos difíciles.»
Felicitaciones estimado amigo Ramiro Álvarez Cronista Vallenato.
Tu amigo
Hochiminh Vanegas Bermúdez
HOCHI Cantautor Vallenato
@hochimusik
#PuroVallenatoPuro
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Muchas gracias compadre Hochiminh Vanegas Bermúdez por leer y comentar mis escritos , un abrazo y bendiciones 🙏❤🤗
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