Un destino vallenato
Por Donaldo Mendoza
Sólo esperaba el fallo del jurado, en la categoría «Reina vallenata menor», edición 54 del Festival de la Leyenda Vallenata, para editar el texto que ya tenía escrito; pues había recibido en sueños el oráculo de las diosas del Olimpo: Isabel Sofía Picón Mora será la reina. Así, con todas las letras. Cuando escuché la noticia, ya no era sorpresa.
Isabel Sofía es un buen ejemplo para quienes, como los antiguos griegos, creen que se nace con un destino señalado. A los cinco años, con un asomo de razón, Isabel les dijo a sus padres que ella quería tocar también esa música que escuchaba en el radio, que no era otra que vallenatos, música que se extiende con igual fuerza desde el Cesar y La Guajira hasta la provincia de Ocaña, por el sur.
Las primeras noticias (2016) de Isabel Sofía las recibí de Alejandro Gutiérrez de Piñeres, a través de El Portal Vallenato. De fino oído, Alejandro, su más intuitivo y entusiasta promotor, sabía que Isabel Sofía era un diamante que había nacido inteligente. Desde entonces he frecuentado Youtube para seguir a Isabel en todo lo que toca y canta. Su espontáneo talento me advertía que en ella se incubaba un futuro de éxitos. Esperé que fuera la reina infantil en 2017, pero las deidades de la perfección no lo permitieron. Recuerdo que le escribí a Alejandro un correo: «Demasiado aguda la voz de Isabel, eso llenó de dudas al jurado». Inteligente como es, Isabel supo esperar.
“Magistral”, han dicho los jurados, fue su interpretación de los cuatro aires vallenatos. Para los difíciles son y puya eligió dos clásicos del género: “Altos del Rosario”, de Alejo Durán; y “La zoológica”, de Náfer Durán. En este último quiso asegurarse, porque igual lo pudo haber hecho con “La puya, talento y folclor”, en donde se revela como lúcida compositora. En esta oportunidad, Isabel Sofía demostró que había trabajado duro en el cultivo de su voz, porque lo hizo con propiedad: con afinación, vocalización y pronunciación precisas. Todo como le exigían con rigor sus diosas tutelares.
¿Y qué es lo que hace diferente a Isabel Sofía de las demás competidoras? –El ángel que la guarda y la acompaña. Basta verla una vez y queda uno convencido de que esta adolescente en ciernes canta y toca de manera espléndida. Su agraciada figura y el acordeón son un solo ser en el escenario. Y entre ella y el público se establece una conexión, que solo son explicables en palabras como éxtasis, epifanía y catarsis. Refiriéndose a ese rito público, ha dicho que es una «fuerza» que le dan, y que ella recibe en cada una de sus presentaciones.
Para llegar al fondo de este fenómeno del folclor vallenato que es Isabel Sofía Picón Mora, estos tiempos de Covid-19 han revelado la esencia que mueve su espíritu. En la tarima, ante la ovación del público, exclamó: «¡En los tiempos de pandemia, esto era lo que me hacía falta!» Y lo dijo también en poesía: «Sin música, mi mente y mi corazón están como ausentes». Mientras haya Sofía (sabiduría), habrá VALLENATO, que hoy algunos insisten en escribir con minúscula.
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