Panamá, 19 abr (Prensa Latina) No estás solo es el título de la canción que el panameño Rubén Blades y el colombiano Carlos Vives dedican hoy a los enfermos, en especial a los que viven el aislamiento impuesto por la Covid-19.
En su Diario de la Peste, elaborado a raíz de la pandemia que azota al mundo, Blades confesó que la idea de escribir este tema se le ocurrió al percatarse de que existían canciones para todo, excepto para las personas aquejadas de un malestar.
‘Por la reacción a mi tema Amor y control me percaté de que mucha gente experimenta la necesidad de expresar su sentimiento frente a la situación de tener a un pariente o ser querido enfermo. Eso me llevo a escribir un borrador del tema’, comentó el cantautor en su registro habitual sobre la Covid-19 que publica en su página web.
Más tarde, ‘cuando Carlos Vives me invitó a formar parte de su nuevo álbum, le sugerí que grabásemos la ‘Canción para los enfermos’. Carlos accedió y contribuyó con la letra y música a lo que yo había escrito y presentado. Así surgió el tema’, precisó.
El intérprete y compositor de populares baladas como Pedro Navaja aseguró que lo peor que le puede pasar a una persona es sentirse solo cuando está enfermo, al tiempo que resaltó la contribución de Roberto Delgado y Orquesta (Panamá), la cual trabajó en la instrumentación y posterior grabación del tema en septiembre de 2019.
Desde entonces se mantuvo en silencio los detalles de su estreno mundial, el cual tuvo lugar durante el concierto virtual Panamá Solidario realizado el domingo último y que reunió a reconocidas voces del pentagrama latinoamericano y nacional.
Al respecto, Blades confesó -en medio del espectáculo- que la salida al mercado estaba prevista para otro momento, pero la situación actual que vive el mundo adelantó los planes porque ‘lo más importante ahora es que la gente se sienta mejor, con fe y entusiasmo, y esta canción ayuda a eso’.
Y subrayó: ‘tengan la seguridad que vamos a salir juntos de esto, aunque es bien difícil’, propósito que a su juicio solo es posible si practicamos la solidaridad.
Vives, por su parte, agradeció a Blades por la oportunidad de grabar junto a él este tema, en un momento tan difícil para la humanidad, pues son ‘tiempos de mucho temor y miedo, donde debemos sacar lo mejor de nosotros y decirles a los enfermos que no están solos’ porque:
‘(?) Aunque interminable parezca la noche/al final se irán con la luz del día. No pierdas la fe/siempre ten presente/no estás solo/ten paciencia y verás (?) No estás solos/te vamos a cuidar. No estás solo/aquí están tus amigos. No estás sola/tu familia aquí está (?)’.
Rubén Blades y Carlos Vives lideranron mega concierto virtual de Panamá contra coronavirus
La importancia de la salud pulmonar retoma impulso para millones de persona con la pandemia del coronavirus. El COVID-19 se identificó por primera vez a fines del año pasado como un grupo de casos de neumonía.
Desde entonces, los médicos han aprendido que se trata de una enfermedad respiratoria, que afecta especialmente a las vías respiratorias, que incluye los pulmones.
El COVID-19 puede causar una variedad de problemas respiratorios, de leves a críticos. Los adultos mayores y las personas que tienen otras afecciones de salud como enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes pueden tener síntomas más graves, sostiene WebMD.
Cuando el virus entra en su cuerpo, este ingresa a una célula sana y la utiliza para producir nuevas partes de virus. Se multiplica y los nuevos virus infectan las células cercanas.
Piense en su tracto respiratorio como un árbol al revés. El tronco es su tráquea o tráquea. Se divide en ramas cada vez más pequeñas en los pulmones. Al final de cada rama hay pequeños sacos de aire llamados alvéolos. Aquí es donde entra el oxígeno en la sangre y sale el dióxido de carbono.
El nuevo coronavirus puede infectar la parte superior o inferior de su tracto respiratorio. Viaja por tus vías respiratorias. El revestimiento puede irritarse e inflamarse. En algunos casos, la infección puede llegar hasta los alvéolos.
Por ahora, no existe una cura para el coronavirus, por lo que es necesario mantener los pulmones de forma óptima para prevenir infecciones. Aún, si alguien es infectado, los expertos recomiendan fortalecer y reparar los pulmones con alimentos nutritivos/y o vitaminas de la farmacia como otro refuerzo.
1. La vitamina D: Los niveles de vitamina D en sangre inferiores a lo normal se han relacionado con un mayor riesgo de infecciones, así como con afecciones como fibrosis quística, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y enfermedad pulmonar intersticial, según livestrong.com.
2. Vitamina C: Los investigadores han relacionado los bajos niveles de vitamina C con el aumento de la falta de aliento, moco y sibilancias. La vitamina C tiene propiedades que le permiten luchar contra los radicales libres y las toxinas, y también ayuda a su cuerpo a eliminar estas moléculas potencialmente dañinas. Al ayudar a su cuerpo a eliminar toxinas y radicales libres, la vitamina C puede reducir las tasas de daño del tejido pulmonar y darle a su cuerpo la oportunidad de reparar estos tejidos. También es soluble en agua, lo que significa que es poco probable que se acumule a niveles tóxicos en su cuerpo, sostiene el Lung Health Institute.
3. Vitamina E: Los expertos sugieran que las personas que experimentan un brote de síntomas de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) tienden a tener niveles más bajos de vitamina E que las personas que no la tienen. Las personas que toman suplementos de vitamina E regularmente durante años, ya sean fumadores o no fumadores, pueden reducir su riesgo.
4. Vitamina A: Las personas con la mayor ingesta de vitamina A tenían un riesgo 52% menor de EPOC. La vitamina A es esencial para la preservación de la integridad del epitelio, y ejerce efectos antiinflamatorios en los pulmones. La deficiencia de vitamina A promueve y agrava la inflamación preexistente.
¿Qué alimentos son fuente de vitamina D?
Los pescados grasos, como el salmón, el atún y la caballa se encuentran entre las mejores fuentes de vitamina D.
El hígado vacuno, el queso y la yema de huevo contienen cantidades menores.
Los hongos aportan cierta cantidad de vitamina D.
Las frutas que tienen las mayores fuentes de vitamina C son, entre otras:
Melón cantalupo.
Frutas y jugos de cítricos, como las naranjas y toronjas (pomelos)
Kiwi.
Mango.
Papaya.
Piña.
Fresas, frambuesas, moras y arándanos.
Sandía o melón.
La vitamina E se encuentra en los siguientes alimentos:
Aceites vegetales de maíz (como los aceites de germen de trigo, girasol, cártamo, maíz y soya).
Nueces (como las almendras, el maní y las avellanas).
Semillas (como las semillas de girasol).
Hortalizas de hoja verde (como las espinacas y el brócoli).
¿Qué alimentos contienen vitamina A?
Lácteos: leche, mantequilla y queso cheddar.
Vegetales: zanahoria, brócoli, batata, col y espinacas.
Fruta: melón, albaricoque y mango.
Alimentos de origen animal: ternera, pollo, pavo y pescado.
El respeto es un deber universal de la ética ciudadana. Es imperativo acatar de buena voluntad las normas y los mandatos legales para fortalecer una ética ciudadana y preservar la armonía de la vida, personal y social. Si hay orden en la mente y en el corazón, nos comportamos en orden y respetamos la ley.
En estos días, como principio de prevención ante la pandemia del Coronavirus (Covid-19), es inevitable acatar las recomendaciones de médicos especialistas y las entidades de Salud, y los decretos de los gobiernos nacional y locales. Además, tenemos que valorar los esfuerzos de los gobernantes y entidades de salud en los informes permanentes para evitar la propagación del contagio, y las medidas de adecuar sitios especiales en unidades médicas de urgencias. A nuestro Gobernador Luis Alberto Monsalvo y nuestro alcalde Mello Castro, reconocerles su liderazgo en coordinar las acciones de prevención y ayudas humanitarias. Una posición plausible del gobernador fue invitar a las empresas mineras que se acaten la cuarentena con los trabajadores. La salud de las personas está por encima de la economía.
Todos somos vulnerables al contagio, pero no llenarnos de pánico y decir que esto se va a poner peor; tengamos calma, fe en Dios y aptitud positiva de amor y defensa de la vida. Es necesario ser respetuoso con los contagiados del virus y su familia. Nadie quiere estar enfermo y mucho menos contagiar a los demás. Lo importante en estos casos es cumplir los protocolos establecidos por los médicos.
Los temores que producen las calamidades no hacen más humano, más amoroso y solidario: Estar en casa nos brinda oportunidades de diálogos familiares, de pensar más en Dios y su infinita misericordia, de valorar el milagro de la vida, las virtudes y los dones. Además, podemos meditar en silencio y hablar en intimidad con la memoria, evocar los maravillosos recuerdos, ver fotos familiares, escuchar música almática, releer nuestros libros preferidos, y repasar las frases que exaltan la grandeza espiritual de la condición humana.
La mirada contemplativa se reconforta en el estético placer de vivir el apego por seres queridos y sentir la belleza de la poesía y la música. En esta época de intenso verano, añoramos el perfume de la lluvia enamorada y ver en los labios de la rosa que los pájaros derramen los colores de su canto. Siempre vibra en el corazón, la voz de la madre que es un himno cuando revela la belleza de su pensamiento y el amor por la vida.
Con mente reflexiva leamos: Del poeta Jorge Luis Borges: “nombre de una mujer me delata. Una mujer me duele en todo el cuerpo”. Del Papa Francisco: “El mundo nos dice que busquemos el éxito, el poder y el dinero. Dios nos dice que busquemos la humildad, el servicio y el amor.” “Debemos devolver la esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, estar abiertos al futuro, difundir el amor. Sé pobres entre los pobres. Tenemos que incluir a los excluidos y predicar la paz.”
El panorama que se ve en la capital del Valle del Cauca. La Alcaldía de Cali distribuye alimentos y bebidas a los habitantes de calle de la ciudad. Foto: Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
Llamadas inesperadas, reencuentros familiares y solidaridad. Una reflexión en tiempos de cuarentena.
Por: Juan Gossaín |26 de marzo 2020 , 08:04 a.m.
Me había prometido a mí mismo que no escribiría ni una sola línea sobre la epidemia del coronavirus. Pero de repente sentí que se me conmovía el corazón con las imágenes que me enviaban por internet mis amigos, con las noticias que me iban llegando de todos los rincones del país, con lo que mis propios ojos podían ver desde el mirador del dormitorio.
Les pongo un ejemplo. Una noche de estas me asomé para ver el reflejo rutilante de la luna sobre el agua del mar. No había un alma en la calle. La gente obedecía las órdenes de cuarentena.
Lo que encontré fue que en los edificios de apartamentos las familias enteras estaban asomadas en balcones y ventanales, aplaudiendo y vitoreando.
De inmediato llamé a averiguar qué era lo que pasaba. Me contaron que, tal como sucedía a esa misma hora en el resto de Colombia, los cartageneros se habían unido con cariño y entusiasmo al homenaje que se rendía a médicos, enfermeras y auxiliares de salud por su heroica y arriesgada tarea en estas horas de angustia.
De varios balcones empezaron a salir cánticos improvisados: “Gracias, doctor: y gracias, hermanitas enfermeras”, “Dios se los pague en salud a ustedes y sus familiares”. Un merecido y hermoso homenaje de amor y gratitud.
¿Pintorescos y folclóricos?
Fue entonces cuando sentí el primer síntoma de alivio en mi alma. La verdad es que dos días antes había empezado mi propia cuarentena con una angustia en el pecho: ¿y si ahora lo que sale a flote es esa fama de indisciplinados, alocados y desordenados que tenemos los caribes? ¿De indolentes y folclóricos? ¿O será, más bien, que asumimos en serio esta emergencia?
Estaba pensando, con una grave inquietud, que esto podría convertirse en una horrible tragedia si a la enfermedad del virus le añadíamos la indiferencia, la infame consigna de sálvese quien pueda. ¿Seríamos pintorescos o sabríamos responder como seres humanos? ¿La gente atenderá las instrucciones de médicos y autoridades, o se irá a rumbear en los bares callejeros, ya que es viernes?
La respuesta me llegó poco después, en unos videos anónimos. Pequeños grupos de mujeres, en diferentes barrios de Cartagena, se movilizaban bajo la noche en vehículos particulares con los vidrios subidos.
Los ciudadanos están acatando las recomendaciones. Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
Las arrancamuelas
De súbito, el carro se detenía en una placita del centro colonial. Le señora bajaba el vidrio. Llamaba a un hombre que llevaba una canasta al hombro.
—Véndeme unas arrancamuelas —le pedía ella.
El hombre, que era un humilde vendedor ambulante, le entregaba un paquetico de dulces.
—Son cinco mil pesos —le decía—, pero yo no tengo vueltos para ese billete de 100.000.
—Quédate con él —le decía la señora, entregándole el billete—. Es para que lleves algo de comer a tu casa.
El hombre, entre incrédulo y conmovido, tendió la mano. Claro que no había vendido nada en todo el día: los compradores habituales estaban, en buena hora, encerrados en sus casas. La señora bajaba el vidrio, daba instrucciones al chofer y seguía su marcha, en busca de otros necesitados.
“¿Es el coronavirus otra prueba? ¿Tenemos que replantearnos nuestra presencia en el mundo? ¿Llegó la hora de hacer un alto en el camino y una rectificación?”
La cárcel de San Diego
Lo más estremecedor de todo este episodio es que, a esa misma hora, como lo demuestran las imágenes vivas que me mandaron unos colegas periodistas, en Medellín estaba pasando exactamente lo mismo.
En la hermosa ciudad de las montañas, al otro lado del país, una señora detuvo su automóvil para comprarle a otro vendedor ambulante otro dulce: una cocada. Le pagó con trescientos mil pesos. Se los regaló con amor y ternura. El vendedor se echó a llorar.
Mientras tanto, en algunas cárceles del país se produjo un amotinamiento nocturno contra las autoridades. Hubo más de 20 muertos. Los presos dijeron que no les estaban dando atención médica ni autorizando visitas. Pero las autoridades replicaron acusándolos de querer aprovechar la confusión para evadirse.
Y, a esa misma hora, como si fuera un designio de Dios, me llega un paquete de fotografías enviado desde Bogotá por amabilidad de los funcionarios de la Procuraduría Delegada para la Salud y el Trabajo.
Son imágenes de la cárcel femenina de San Diego, en Cartagena, y en ellas se ve a varias reclusas anónimas sentadas frente a las máquinas de coser, fabricando tapabocas para regalárselos a la gente.
El mensaje que me llega adjunto a las fotos dice así: “Mientras otros reclusos en el país se rebelan porque no les dejan entrar el virus a las cárceles, llevado por las visitas, en la cárcel de San Diego hacen esto por la gente”.
Reaparecen los amigos
La cuarentena sirve no solo para evitar contagios y nuevas tragedias, sino, además, para que la familia pase unos días unida, aunque sea contra su voluntad, y para que aparezcan los viejos amigos, aunque sea porque no tienen más nada que hacer. Uno de ellos fue mi compañero de colegio en épocas de la antigüedad, y con él mantuve una cálida relación de camaradas hasta que, hace unos años, nos distanció el ajetreo de la vida cotidiana, la falta de tiempo, las correndillas y agonías del frenesí diario.
Pues bien: en medio de la cuarentena me llegó un mensaje suyo. Me decía: “He pensado mucho en ti, hermano querido, en esta emergencia. Son tiempos propicios para renovar nuestros afectos. ¿Por qué nos perdimos el uno del otro? Pido al cielo que tu familia y tú estén en buena salud. No volvamos a incomunicarnos nunca más. No tengamos que esperar un virus que nos acerque de nuevo”.
El aire, el agua, los animales
Me levanto temprano el lunes festivo, abro las páginas de EL TIEMPO mientras me tomo una taza de café caliente y encuentro una noticia que acapara mi atención. “Sustancial mejoría en el aire que respiran los bogotanos”, anuncia el periódico. “Según las 13 estaciones encargadas de medir la pureza del aire capitalino, por primera vez está en niveles aceptables”.
Me enfrasco luego en las páginas de El Universal, el diario local cartagenero, y me sorprende en primera página una foto hermosa, rutilante, insospechada. “La bahía de Cartagena vuelve a tener aguas cristalinas”, dice el titular. La superficie del mar se ve asombrosamente azul y verde en aquella bahía tan familiar, rodeada de edificios, puertos, murallas, y que hasta ahora era un basurero de color barroso.
Como si fuera poco, varias personas, que habitan en esas mismas orillas, me hacen llegar unos videos pasmosos. Los mensajes con que acompañan sus imágenes son un canto de júbilo. Están llenos de alegría y de signos de admiración. Solo contienen tres palabras: “Volvieron los delfines”. Ahí están, jugueteando en el oleaje, como niños que se entretienen alegremente, mientras las garzas, que están de regreso después de tanto tiempo, vuelan sobre ellos.
Y, como si faltara algo, una señora de Villavicencio, a la que conocí el otro día en una conferencia, me envía fotos de una bandada que pasa rasando sobre los techos de esa ciudad. “Mira esto”, dice ella. “Volvieron los pájaros al Llano”.
“Pido al cielo que tu familia y tú estén en buena salud. No volvamos a incomunicarnos nunca más. No tengamos que esperar un virus que nos acerque de nuevo”
El diluvio universal
Entonces, sin poder evitarlo, es cuando resuelvo que, contra mi propia promesa, tengo que escribir sobre el tema porque me parece que, tras el virus, las muertes dolorosas, el desempleo que se ve venir, la caída económica del mundo entero, el miedo y el encierro, hay una especie de llamado de la naturaleza divina. Llamado y advertencia.
¿Era necesario encerrar a la humanidad entera, aunque fuera contra su voluntad, para que el hombre entendiera que no podía seguir por ese camino? No es nada gratuito ni fortuito que, mientras la gente está ausente, las aguas se purifiquen, los animales regresen, los pájaros vuelvan a volar, de nuevo el cielo se ponga azul.
Mi memoria se detiene en ese momento sobre un episodio de la historia humana.
Reconstruyo en silencio lo que pasó hace más de cuatro mil años con el diluvio universal, que fue como el coronavirus de aquellos tiempos en la historia del hombre. Los primeros textos que se conocen sobre el diluvio proceden de la Mesopotamia. En ellos se cuenta que los dioses resolvieron castigar a los seres humanos para que corrigieran su conducta y se enmendaran, ya que campeaban el odio entre hermanos, la envidia, la maldad, el crimen.
Así quedó descrito en varias tradiciones hasta llegar a la que acogieron judíos y cristianos en los primeros capítulos del Nuevo Testamento: el diluvio que castigó a los hombres y salvó a los justos, como Noé, su familia y los inocentes animales que los acompañaban.
¿Es el coronavirus otra prueba? ¿Tenemos que replantearnos nuestra presencia en el mundo? ¿Llegó la hora de hacer un alto en el camino y una rectificación?
Los buenos colombianos
Me duele en el fondo del corazón cada muerto por el virus. Cada noticia trágica. Pero soy optimista. Saldremos fortalecidos de esta agonía. Con fe y esperanza saldremos adelante.
Soy optimista porque me lo planteo de esta manera: los verdaderos colombianos no somos como la corrupción que se roba el presupuesto para la comida de los niños pobres, sino como las señoras que en diferentes regiones buscan a los vendedores ambulantes para ayudarlos.
No somos como los malos empresarios que destruyeron el sistema de salud, sino como los médicos, enfermeras y auxiliares que se ganaron aquel aplauso de ventanas y balcones.
No somos como los contratistas que se roban la plata destinada a las carreteras y a los hospitales, sino como las reclusas de la cárcel de San Diego, que cosieron tapabocas para regalarlos.
Epílogo
Cuando ya voy llegando al final de estas líneas, me informan que grupos de empresarios de Barranquilla y Cartagena, que a través de tantos años han sido más rivales que competidores, y mantienen sus disputas y enconos, ahora se unieron para repartir más de 200.000 mercados en los barrios pobres.
Y, tal como lo he visto en la prensa, lo mismo está ocurriendo en pueblos y ciudades por todo el país.
Me conmueve saber todo eso. Y, ya que no podemos darnos un apretón de manos, terminemos dándonos un apretón de corazones.
Con panecillos de té verde, un empresario en Vietnam creó una hamburguesa con la forma del coronavirus.
Mientras en el mundo ya se registran 528.025 casos positivos de coronavirus, Vietnam cuenta con solo 163, 20 recuperados y ningún fallecimiento.
Para salirle al paso a la crisis económica y a la reducción en consumos en restaurantes que pueda ocasionar la pandemia, el empresario Hoang Tung, dueño del restaurante Pizza Home de Hanoi, tuvo la fantástica idea de crear una hamburguesa con la forma del virus covid-19.
La iniciativa surgió luego de que el hijo de Tung viera en una película animada a un personaje alienígena verde con antenas que lucían como el coronavirus.
Para hacer que el pan tuviera la forma del virus, Tung y sus cocineros usaron los mismos ingredientes de una hamburguesa normal, pero le agregaron té verde a la preparación para lograr que la masa adquiriera la apariencia que deseaban. La ‘coronaburger‘ no tardó en causar sensación en redes sociales.
“Hablé con mis cocineros y en un día teníamos la receta. Cuando vendí la primera, puse la foto en mi cuenta de Facebook y después de unos minutos ya teníamos 50 pedidos; una gran noticia en estos tiempos de depresión”, cuenta Tung, el creador de la ‘coronaburguer‘. Y agregó: “Intenté hacer un producto que se relacionara con el coronavirus, pero que tenga una influencia positiva, que las personas no se asusten cuando hablen del virus. Tratamos de hacer que esta ‘coronaburguer‘ se vea bonita y adorable”.
Pero el ingenio no paró ahí. Un cliente, al ver la sensacional hamburguesa, le dio la idea de ponerle una frase pegajosa como eslogan y así acelerar las ventas: «Si te da miedo el coronavirus, come una coronaburger”.
A burger shaped as coronavirus is seen at a restaurant in Hanoi, Vietnam March 25, 2020. REUTERS/Kham – RC2YQF94S4PE
Pese a que el restaurante no se encuentra abierto al público por órdenes del Gobierno, Hoang Tung sí ha podido entregar los pedidos a domicilio.
Es de recordar que el Gobierno vietnamita ha logrado contener la pandemia con medidas drásticas como la cuarentena y el cierre de todos los negocios no esenciales.
Estamos viviendo en tiempos de mucha incertidumbre por culpa del coronavirus y cada día las cosas siguen empeorando para países como Italia, España y Estados Unidos. Pero, aunque esas son las naciones más afectadas, algunos países latinoamericanos como Ecuador, Brasil, México y Colombia también se están enfrentando a esta batalla que parece no tener final. Otro país que también tiene más de 300 casos confirmados es República Dominicana, dónde precisamente acaba de fallecer Jenny Polanco, una de las diseñadoras más legendarias y respetadas de la isla.
La diseñadora, que tenía más de 30 años en la industria, fue diagnosticada con el coronavirus días después de haber llegado de un viaje a Madrid, uno de los lugares con mayor brote en el mundo, y aunque estuvo en cuarentena en su casa por los primeros días, luego su condición empeoró y tuvo que ser trasladada de emergencia a un hospital de la capital dominicana.
Lamentablemente Polanco, quien tenía más de 60 años, no se recuperó de esa gravedad. Según informó Rafael Sánchez Cárdenas, ministro de Salud Pública, en las últimas horas la diseñadora tuvo complicaciones, entre ellas un cuadro respiratorio severo que desgraciadamente terminó por quitarle la vida.
Polanco, que también diseñaba hermosos accesorios, fue la primera diseñadora que logró tener boutiques en todo el país y sus diseños, mayormente hechos en tela de lino, se distinguían por ser clásicos y atemporales, pero sobretodo por llevar siempre un toque especial que dejaba ver el amor que sentía la artista por su patria. Y es que muchas de sus prendas llevaban botones o detalles hechos en ámbar, una de las piedras preciosas más representativas e importantes del país.