Por José Antonio Atuesta Mendiola
I
Si tu mano da amistad,
eso mismo ella recibe.
El Evangelio lo escribe,
El bien vence la maldad.
El que siembra vanidad
en su vida eso recoge.
Lo que se estira se encoge,
no hay principio sin final.
La decencia natural
es virtud que el alma acoge.
II
No todo es sabor a miel.
Y aunque se vista de seda,
la Mona, Mona se queda;
el vestido es oropel.
El enamorado fiel
tiene mente de salmista,
y pide a San Juan Bautista
que lo proteja de engaños.
No hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista.
III
El que tiene uñas se rasca
y el que no nada se ahoga.
El que tira mal la soga
en la rama se le atasca.
El borracho con su rasca
es un hombre pendenciero,
se cree que tiene el perrero
para azotar a los bobos,
y cuando le sale un lobo
brinca ni mulo cerrero.
IV
Del ahogado el sombrero,
mejor es algo que nada.
Siempre el rey de la manada
es el que ronca primero.
El gallo en su gallinero
se ufana de su poder.
Y cuando empieza a llover
hasta el perro flojo corre.
Entre más alta es la torre
más fácil puede caer.
V
Donde comen dos, comen tres;
a quien esperan, le guardan. .
Los castigos aunque tardan
llegan apretando el pie.
Aquel que siempre se cree
con su poder intocable,
en cualquier momento el sable
también le sangra la herida.
Lo malo pronto se olvida
y lo bueno es perdurable.
Atentamente
José Antonio Atuesta Mendiola
Cel: 3015734205
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